Hay que aprovechar el invierno y nos vamos a dar un paseo por el campo. Cuando uno piensa en campo y Huelva, la imaginación nos lleva a la sierra, pero en la provincia hay muchos más sitios verdes. En Siente Huelva te vamos a descubrir uno muy especial: el paraje de La Tosquilla.

la tosquillaNos hemos dado una vuelta por La Tosquilla un día como otro cualquiera, entre semana, así que no hemos podido apreciar lo que nos cuentan los vecinos de San Bartolomé. Y es que éste es un lugar de esparcimiento, de echar esos ratitos mágicos de fin de semana rodeado de familia y amigos. Un sitio donde los niños pueden correr y jugar libres mientras descubren las maravillas de este ecosistema de bosque mediterráneo.

Aunque nos perdamos este ambiente, es mágico también ver el paisaje en solitario, sin más acompañantes que pájaros, animales salvajes (que por supuesto no se dejan ver) y todos los seres vivos que habitan la tierra a nuestros pies. Muy relajante y recomendable darse ese lujo. El de hacer una escapada en medio de la rutina para huir del asfalto y el mundanal ruido de la ciudad.

La Tosquilla es un espacio protegido de novecientas hectáreas. Cuenta sobre todo con pinos, encinas y alcornoques como árboles principales, y en menor medida con acebuches y alguna higuera salvaje. El día nos ha salido húmedo y amenaza lluvia así que la tierra está mojada y desprende ese inconfundible olor. Todo un placer para los sentidos. Aroma a campo empapado, a frescura, a naturaleza pura y sin adulterar. A la jara en flor gracias al suave periodo invernal. Qué rato más agradable.

Muy relajante y recomendable darse ese lujo. El de hacer una escapada en medio de la rutina para huir del asfalto y el mundanal ruido de la ciudad.

El paraje se encuentra a unos siete kilómetros del Pueblo de San Bartolomé de la Torre, en el llamado camino de Tariquejo, en la carretera que une Villanueva de los Castillejos con Cartaya. Muy cerca de otro gran terreno verde, la sierra Cabello, llamada así porque se estrecha y se hace fina como un pelo. Pero en general el terreno está rodeado de campos de cítricos, tan importantes ahora para la economía de la zona. Suponemos que es un mar de plástico necesario para el buen rumbo de la vida del lugar.

Lo curioso es que estamos en un espacio de propiedad privada pero abierto al público desde siempre. Aunque nos cuentan que últimamente está más restringido el acceso. El terreno pertenecía a un señor de esos de dinero, con un montón de propiedades. Éste era uno de los sitios que atesoraba. Dicen de él que era muy excéntrico, que le encantaban los gatos y cuando se le morían los que vivían con él en Huelva, hacía viajes expresamente en coche hasta La Tosquilla para darles un entierro decente.

Una de las obsesiones de este señor, que fue un deseo expreso a su muerte y que sus herederos cumplieron, fue el dejar intacta la tierra. Conservar su estado salvaje y de naturaleza asilvestrada. Que el campo se fuera auterregulando sólo. Y así fue y así ha sido, de tal manera que La Tosquilla, nos cuentan, permanece intacta, tal y como la conocieron estos vecinos cuando eran niños. El hecho de ser propiedad privada también ha evitado su transformación en suelo agrícola para el cultivo de cítricos, como el resto de la zona. Así que no hay pinos u otros árboles talados.

Algunas de las diferencias radican en que antes no había apenas maderas muertas en el suelo, porque todo se aprovechaba para las chimeneas. Digamos que el ser humano, por necesidad, mantenía limpia de troncos viejos la tierra. Ahora están por todas partes.

Este bosque denso y tupido resulta ideal para una jornada de senderismo, para desconectar y cargar las pilas

Actualmente tampoco se pueden recolectar piñas, tan apreciadas por sus piñones riquísimos, de nuestros pinos piñoneros autóctonos. Así que nos conformamos con hacerles fotos. Igual que a las palmas, de donde se extrae el palmito tan típico en las fiestas locales de San Sebastián. Ambos regalos de la naturaleza están bastante protegidos, así que lo único comestible que nos podemos llevar a casa aquí son los espárragos salvajes, las setas y los higos chumbos. Nosotros no hemos tenido suerte hoy y nos vamos de vacío. Aunque también hay que decir que somos muy amateur en estas lides de recolector. Somos chicos de ciudad inmersos en el mundo de David el Gnomo.

El corcho de los alcornoques sí que se está aprovechando a nivel industrial. Se hacía antiguamente con las palmas, que se deshilachaban en cuerdas finas con los que mas tardes se hacían tejidos. Así que los troncos de estos árboles están medio pelados.

Este bosque denso y tupido resulta ideal para una jornada de senderismo, para desconectar y cargar las pilas. O si queremos algo más familiar y tranquilo, para comer aquí de picnic rústico o como les gusta a las familias de aquí, con todos sus perejiles, mesa y sillas incluidas.

Las barbacoas, aunque ya prohibidas, se han venido haciendo desde siempre en La Tosquilla y hay que señalar que no se conoce incidente alguno. Los vecinos que han disfrutado tradicionalmente de este pulmón de verdor han respetado mucho el entorno y eso ha hecho del sitio un lugar por donde parece que no hay huella humana.

Una de nuestras fantasías, al ver algunos árboles cortados naturalmente por la acción de los rayos en una tormenta, es encontrar eso que llaman vara de Zeus, una formación muy especial en el interior del tronco debido al calor recibido por el relámpago. No hay suerte, pero disfrutamos igualmente del bosque invernal.

Un gran día el que pasamos en este rincón con encanto de nuestra provincia. Puede parecer pequeño y si transcendencia pero te animamos a mirar en un plano aéreo para poder apreciar lo que realmente tiene de grandioso. Otra de las maravillas de nuestras tierra, desconocida y espectacular.

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