Vamos a sentir el Condado de Huelva y para eso nos vamos a uno de los pueblos con más personalidad y sabor de la provincia: La Palma del Condado. ¿Sabes situarlo en el mapa? Pues está en el centro, lo cual le confiere un carácter muy especial, de mezcla absoluta. 

lapalma-sientehuelva-01Hay mucho que ver en este lugar, sitios donde elegir, diferentes rutas. Nosotros desde Siente Huelva te vamos a proponer la siguiente, basada en nuestra experiencia real de un día en este rincón con encanto. Bodegas, paseo por el casco histórico y relax de la tarde en el río Tinto.

Empezamos la ruta visitando las Bodegas Rubio, responsable de uno de los mejores brandys a nivel mundial, el Luis Felipe. Allí Alejandro, uno de los herederos del Gordito, apodo cariñoso del dueño, nos hace una visita VIP, improvisada. Y termina con unas copas de ese caldo único. Buena manera de empezar el día, sin duda. Si has estado alguna vez en una bodega sabrás de la magia que se respira. Con la diferencia de que en ésta la limpieza absoluta llama la atención.

Todo está cuidado al máximo, no hay telas de araña ni polvo. Sólo silencio y un olor incomparable a brandy. Se nos viene a la cabeza que meditar aquí sería ideal.

Tenemos la oportunidad de tocar esas barricas de roble americano, las más antiguas datan de 1880. De ver rarezas, como las barricas que estuvieron en la Exposición Universal del 29 y que son de las pocas que hay en el mundo con esa forma, más alargada que una barrica tradicional. Terminamos en la sacristía, donde antiguamente la familia degustaba el producto antes de sacarlo a la venta. Preciosas las ilustraciones a color de la estructura básica donde tiene lugar el proceso de fermentación.

El sitio está lleno de premios. Al mejor brandy de España según la prestigiosa revista Verema o el otorgado por varias Estrellas Michelín. Allí se encuentran también ejemplares de sus botellas. De la más antigua hasta la más nueva, con un diseño contemporáneo más del gusto actual. La botella más cara de Luis Felipe vale 1.300€. Se sacan 50 botellas al año y tiene una lista de espera de 2 años. Y el producto no ha cambiado, sigue conservando la misma calidad de siempre. La del primer brandy que salió al mercado en los 80 del siglo XX, tras un siglo en esas nobles maderas.

Seguimos con la ruta de los vinos. Porque La Palma ha sido muy grande. Ha tenido un pasado de esplendor en torno al mundo de los caldos, cuando contaba con unas 30 bodegas y un mundo artesanal e industrial que giraba en torno a la producción del vino. No en vano el ferrocarril llegó al pueblo por ese motivo, tras la lucha mantenida con Bollullos Par del Condado y Almonte.

Merece la pena, en este sentido, visitar la estación de trenes. Nos vamos ahora a la Cooperativa de Nuestra Señora del Valle, donde se conserva uno de los conjuntos de conos cerámicos más antiguos del país (1895). Los conos eran los antiguos recipientes donde se conservaba el mosto, lo que ahora se guarda en tanques de acero inoxidable. Estos conos se encuentran en una nave fresca, con tejado casi al aire, donde se escuchan revolotear las palomas todo tiempo. Con una capacidad de unos 2.000 litros, gracias a su forma, los conos impedían que el mosto sufriera los cambios de temperatura tan propios de este clima, sobre todo en verano. Nos encanta meter la mano entre los conos, palparlos y comprobar la frescura de la cerámica.

Toca ahora andorrear por las calles blancas, impecables y tranquilas del centro del pueblo. Plazas llenas de encanto, señoriales, de herencia romana, con sus casa barrocas de la tradición del esplendor bodeguero. Iglesias cargadas de magia, como la de San Juan Bautista, con un santuario que es un único en la provincia.

Tallas de Cristos que dejan atónitos hasta al más ateo. Puntas de encaje cuidadas en los altares en la Iglesia de la Virgen del Valle, de sabor mudéjar, con sus mosaicos de colores. Se degusta el regionalismo andaluz y es algo único pasear por la Calle Mayor o la Plaza de España. Son calles tranquilas, de pueblo andaluz. Y como detalle particular nos llaman la atención las gárgolas de las fachadas, desagües con formas compositivas de elementos fantásticos. El patrimonio histórico artístico de La Palma le debe mucho al alcalde y mecenas Ignacio de Cepeda (1924-1928), que restauró tras la guerra civil gran parte del legado. Trajo al pueblo artistas de la talla de Manuel Seco Velasco, gran orfebre sevillano. Gracias a él podemos ver hoy esos azulejos trinaremos espectaculares. Por ejemplo en la casa consistorial, antiguo ayuntamiento, desde la que también hay unas vistas espectaculares.

En la plaza principal disfrutamos de lo lindo de la arquitectura del antiguo casino, hoy día salón recreativo para las personas mayores, el Teatro de España o la casa modernista donde Manuel Summers rodara en 1963 “La niña de luto”, con Alfredo Landa.

Nos llama la atención una casa que hace esquina en la popularmente conocida como calle de los Pichardo, antiguos bodegueros de importancia máxima en el lugar. Y es que la puerta y balcón principales son de forma curva. Una maravilla escondida en este pequeño rincón de Huelva. Tesoros por descubrir.

Como también descubrimos otra anécdota curiosa, la casa de la madre de Julio Iglesias, que era de La Palma. Se encuentra en la Plaza de la Magdalena y es una casa solariega con una galería porticada y precioso patio. Toda llena de suelos hidráulicos fabricados aquí mismos, en la fábrica de Mosaicos Pino, que sigue en funcionamiento y en breve cumple un siglo.

Y para terminar cervecita obligada en uno de los bares típicos de la zona. Para nuestra sorpresa nos encontramos con el ex futbolista Pardeza, que es oriundo de este pueblo. No podemos evitar el selfie y el tipo se muestra amable con el equipo.

Y qué mejor que tras las tapas de medio día, ir a relajarse a un paraje único, fuera ya del casco urbano. Cogemos el coche y nos adentramos en los parajes del Río Tinto. La Palma aún conserva nuevo molinos harineros. El más antiguo data del siglo XIII. Y ver esos restos de ladrillo de adobe, por donde bailan a su antojo las corrientes rojizas y sulfurosas del agua, es un auténtico espectáculo para los sentidos.

Escuchar lo que el río trae y lleva, observar el contraste de colores, rojos, verdes, grises. Y por supuesto no nos podemos quedar sin tocar el agua.

Unos dulces, un termo de café o té y un buen rato contemplando este paisaje alucinante, como de otro planeta. La guinda perfecta para un día genial en La Palma del Condado. Visita obligada al centro del mapa onubense.

 

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