Aprovechando nuestro paseo por las playas de Mazagón, hemos decidido detenernos en uno de los rincones con más encanto e historia (humana) de esta zona: la playa de la Torre del Loro. ¿Sabes por qué se llama así? ¿Había loros? Nooooo. ¿Piratas con loros? Noooo (bueno, piratas sí que hubo). La torre debe su nombre al río que llega hasta ella, pues su denominación original era Torre del Río de Oro. 

rincon-torre del loroY tanto que era de oro. Tan preciada era el agua dulce para la zona que se hizo imprescindible defenderla y de ahí la construcción de la torre, un proyecto enmarcado dentro de un plan de Felipe II que abarcaba toda la costa desde Faro hasta Tarifa. La visita de los piratas era bien frecuente y uno de sus pasatiempos favoritos era el de secuestrar a pescadores y saquear la zona. Para parar estas atrocidades se hace necesaria la vigilancia desde un lugar alto: la Torre del Loro.

Las playas de Huelva son un alucine. Después de recorrer ese camino plagado de fábricas desde la Rábida (y pasarlo un poco mal, la verdad) nos adentramos en bosques de pinares y eucaliptos. Cuando hace calor, bajar las ventanillas y oler la santolina es gloria. Y si encima vamos a parar a un rincón como éste, ya es la pera limonera.

La playa de la Torre del Loro es una playa semi virgen, desde luego apartada del mundanal ruido, y de una belleza rotunda. Forma parte de la costa del Parque Natural de Doñana, ese extenso arenal paradisiaco que tenemos aquí en Huelva a escasos 20 minutos del asfalto. Como curiosidad contaros que sus tres kilómetros de longitud abarcan cuatro términos municipales: Palos de la Frontera, Moguer, Lucena del Puerto y Almonte. ¿Chulo eh? Es como cruzar el puente que separa Canadá de Estados Unidos en las cataratas del Niágara, pero aquí en plan casero, dentro de la misma ciudad.

El acceso, como toda buena playa solitaria, no es de lo más fácil. Y que siga así. Es un lujo escuchar sólo las olas, las gaviotas o el agua de los manantiales colindantes que brotan de los acantilados tan especiales de este lugar. Hay hasta quien dice que los lodos que se dan por allí tienen propiedades curativas. Otros se quejan de la guarrería. Hay para todos los gustos. A nosotros nos encanta enfangarnos. Esto sí que es sentir Huelva.

Si caminamos un poquito, la playa de la Torre del Loro funciona genial como rincón nudista. Eso sin dejar de ser una playa familiar donde los nenes se lo pasan teta. Mejor venir sin móvil. No hay cobertura. Estaremos libres de Whatsapp y demás notificaciones pesadillescas que nos distraigan del disfrute de este paraíso.

En toalla o revolcados cual croquetas, eso sí, siempre con mucha protección solar, que el lorenzo en esta época y esta zona del mundo juega malas pasadas. Paseando, jugando a las palas o haciendo castillos de arena. No podemos dejar de pensar: “sí señor, esto es vida”. Aquí se siente la naturaleza en estado puro. Esto quita los males y los estreses de la rutina diaria. Podemos incluso pescar en la orilla o correr con el perrillo. ¡Ojo que para bien y/o para mal no hay vigilancia y las corrientes son a veces salvajes!

Aquí se siente la naturaleza en estado puro. Esto quita los males y los estreses de la rutina diaria

Nosotros hemos decidido contarte más de la historia de la Torre, para que cuando vayas revivas esa parte de nuestro pasado tocando y sintiendo los muros que aún quedan en pie. Para eso nos hemos ido a hablar con un arquitecto experto en estas almenaras o sistemas de vigilancia: Guillermo Duclos.

Y vaya si nos hemos enterado de cosas. Como decíamos antes, la Torre del Loro la mandó construir Felipe II. Su valor radica en el hecho de que forma parte de un sistema. Es decir, ésta no es la única torre de vigilancia que existe.

Hoy día pensaríamos que una torre de esas características nos la ventilamos en dos días de albañiles. Pero no. Las obras fueron eternas por los constantes dimes y diretes políticos. En esta zona de Huelva no había nada y mucho menos dinero, así que las peleas por ver quién pagaba la vigilancia estaban a la orden del día. Para que te hagas una idea, el sistema de torres se terminó de construir en tiempos de Felipe III.

Al final la torre se termina levantando con la colaboración de todos los afectados por los ataques piratas y pasa así a formar parte del sistema de torres vigías que recorren la costa. De hecho no es la única que hay en Huelva. Tenemos otra bastante bien conservada dentro del mismo Coto de Doñana, la Torre de San Jacinto, y dentro del mismo Parque la de Zalabar y la de Carboneras. Todas con las mismas características, esa forma cilíndrica, y de dos tamaños diferentes.

La Torre del Loro y la de Punta Umbría eran del tipo grande. Tenían dos cámaras interiores superpuestas, y eran las que estaban artilladas. El resto eran del tipo pequeño. Y se llaman torres almenaras, una palabra de origen árabe que hace referencia al fuego, el que se encendía en la azotea de estas atalayas o torres ópticas para hacer señales de humo como aviso.

La vigilancia se llevaba a cabo, además de por el torrero, por hombres a caballo, que realizaban rondas entre torre y torre. Algo que no fue tampoco fácil de mantener por lo costoso de pagar esos sueldos. Así que al parecer, según nos cuenta Duclos, al final se terminó vigilando sólo en las épocas de ataques más frecuentes, que solían coincidir con el verano.

Lo que hace especial a esta torre es que se hunde en el agua. La costa es cambiante y la playa se ha retirado

Pero lo que hace especial a esta torre es que se hunde en el agua. La costa es cambiante, la playa se ha retirado, así que los movimientos naturales nos han dejado una imagen que bien recuerda a la famosa escena del Planeta de los Simios. Lo sabemos, no es la Estatua de la Libertad… ¡pero las maneras recuerdan a la peli!

Para Duclos lo más interesante es que la Torre del Loro forma parte de nuestro patrimonio y como tal debemos defenderla. Por ahora corre un peligro relativo. Desde 1949 un Decreto dicta que todos los castillos son monumentos, y por tanto tienen su especial protección correspondiente. Y eso es la Torre del Loro, una estructura militar considerada monumento. Pero claro, si no protegemos sus restos, el mar se los va a terminar tragando. Nos quedamos con este apunte, por si en un futuro las autoridades competentes no cumplen con su cometido y hay que echarle una mano a la torre.

La Torre está debilitada. Y mucho. Se debe a un proceso natural, no a nuestra sed destructora. El hecho de que esté en ese estado forma parte de su historia y no podemos más que preservar lo que queda de ella. Y es que la pobre Torre del Loro no sólo se enfrenta a los embates marinos, sino también a los del riachuelo, que va lentamente haciendo mecha en su estructura. El terremoto de Lisboa no le hizo nada bien, como tampoco la falta de cuidados que sufrió cuando estaba en pie. Los temporales invernales la dejan cada ve más mermada. Pero qué curioso es este dato: gracias a los cambios de esta torre y sus compañeras se tienen hoy día muchas pistas de cómo era la geografía del litoral.

Así que no hay excusas para tirarse un día de relax en esta playa con monumento incluido, que sigue en pie pero que no sabemos por cuánto tiempo más. No lo dejes pasar. Este verano conquista la Torre del Loro.

Importante: acabas de leer un artículo incluido en el número 14 de la revista Siente Huelva. Para disfrutarlo de forma interactiva, ver más imágenes y leer más artículos… ¡Descarga la app de Siente Huelva en tu smartphone o tablet! 

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